Las mujeres dan a luz entre las 38 y las 42 semanas de gestación. Ahora bien, es imposible saber con certeza cuál será la fecha del parto, a no ser que esté inducido o programado. Previamente al inicio del parto -estamos hablando de horas o días- se pueden dar algunas señales que nos indiquen que no falta demasiado tiempo para el final del camino que empezamos nueve meses atrás. Son lo que se conoce como pródromos del parto, falsas alarmas pero que nos deben poner en alerta porque son señales de que el parto se acerca.
Los pródromos del parto más comunes son las contracciones del útero con un dolor parecido al de la menstruación y que se pueden apreciar como un endurecimiento progresivo del abdomen. Son normales a partir del tercer trimestre y en ningún caso nos indican el inicio del parto. La pérdida del tapón mucoso también es posible sin que el parto haya empezado, aunque es un signo evidente que cada vez queda menos tiempo. Finalmente, también hay la posibilidad de manchar levemente de sangre después de la visita a ginecología en las últimas semanas del embarazo.
Básicamente, hay dos maneras de saber que ha llegado el día del parto. La primera son las contracciones: el aumento de producción de la hormona oxitocina provoca que la musculatura uterina se contraiga. Para que sean de parto, estas contracciones deben de ser dolorosas -cada vez en aumento- con mucha regularidad, por ejemplo de una cada 5 minutos, y persistentes. Aunque cada caso es un mundo, se suele decir que si es el primer parto, antes de ir al hospital podemos llegar a estar dos horas con contracciones regulares dolorosas cada tres o cuatro minutos. La segunda forma de saber que el parto se desencadena es si rompemos aguas. Si son claras y sin color, y tampoco tenemos contracciones, podemos tardar unas pocas horas a llegar al hospital. Por el contrario, si son verdes, amarillentas o oscuras, pueden ser señal del sufrimiento del bebé, y debemos acudir rápidamente a urgencias.
Para terminar este artículo, os ofrecemos algunas recomendaciones para paliar el dolor de las contracciones de parto. Por ejemplo, conocer las diferentes técnicas, también las no farmacológicas, para aliviarlo, como la libertad de movimientos y posiciones de la mujer durante el parto o el uso de agua caliente en la dilatación. Las técnicas de relajación, masaje y respiración o el uso de pelotas durante la dilatación contribuyen a disminuir el dolor. Incluso la distracción puede ser una buena aliada para soportarlo mejor.