¿Cuándo empezamos a crear nuestra identidad sexual?
La educación sexual es una herramienta fundamental para la salud y el bienestar de las personas en todas las etapas de su vida. Es indispensable proporcionar información precisa, respetuosa y adaptada a cada edad, desde el momento en que comenzamos a formar nuestra identidad sexual.
Empezar con una educación sexual desde pequeños comporta varios beneficios significativos. En primer lugar, permite que los niños y las niñas adquieran conocimientos adaptados a su madurez emocional y cognitiva, haciendo que se explique de forma clara y honesta temas como el cariño, el respeto, la diversidad sexual y de género. Esta comprensión contribuye a un desarrollo saludable de su identidad y autoestima y la de los demás.
La educación sexual como herramienta frente a situaciones de riesgo
Una educación sexual precoz ayuda a prevenir situaciones tan peligrosas como el abuso sexual, enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados. Dar herramientas a los niños para entender y comunicar sobre su cuerpo y sus emociones reduce la vulnerabilidad ante posibles situaciones complicadas y les capacita para tomar decisiones informadas y saludables a lo largo de su vida.
El hecho de tener una educación sexual continua nos permite comprender y respetar mejor nuestro cuerpo, nuestras emociones y las relaciones interpersonales.
Evitar tabúes y prejuicios
La educación sexual continuada fomenta la comunicación abierta y respetuosa entre los jóvenes y sus familias, asegurando espacios seguros para abordar dudas, inquietudes y temas relacionados con la sexualidad sin tabúes ni prejuicios. Este diálogo positivo potencia relaciones familiares saludables y refuerza la confianza entre padres, madres e hijos.
Es responsabilidad de la sociedad y las instituciones asegurar que este tipo de educación sea accesible, inclusiva y basada en el respeto y la diversidad, contribuyendo a la construcción de una sociedad más equitativa y respetuosa.