¿Por qué se dan las pérdidas urinarias?

Una de cada tres mujeres sufre incontinencia urinaria, proporción que en números absolutos equivale a 56 millones de mujeres en Europa y a 250 en todo el mundo que tienen pérdidas involuntarias de orina. En contra de lo que mucha gente piensa, no se trata de un proceso normal del envejecimiento y en la mayoría de casos tiene solución. Ante los síntomas de incontinencia, debemos consultar con el especialista.

Son variados los factores de riesgo que pueden originar o hacer más graves las pérdidas de orina. Uno de los más comunes es el estiramiento del suelo pélvico durante el embarazo y de forma especial en el parto. Hay la posibilidad que este relajamiento acabe siendo permanente y que por lo tanto facilite aún más las pérdidas. El cambio hormonal que acompaña a la menopausia también puede ser un factor de riesgo, igual que la genética o alteraciones causadas por cirugía ginecológica.

También hay otros factores que provocan pérdidas de orina pero que se pueden corregir, como los que suponen un aumento de la presión sobre el abdomen y por lo tanto el debilitamiento del suelo pélvico. Es el caso de la obesidad, el estreñimiento crónico, ciertos esfuerzos físicos o la tos crónica provocada por el tabaco. Reducir el sobrepeso, tomar medidas contra el estreñimiento, evitar los esfuerzos sobre la zona abdominal y dejar de fumar pueden contribuir a evitar las pérdidas de orina. Finalmente, beber demasiado o consumir bebidas con cafeína o alcohol estimulan en exceso la vejiga y pueden condicionar la aparición o empeoramiento de la incontinencia.

A partir de la historia clínica, un cuestionario de síntomas, una exploración, un análisis de orina y un registro de micciones, el especialista elaborará un diagnóstico para esclarecer el origen y el tipo de incontinencia, ya que hay tres: incontinencia urinaria de esfuerzo, de urgencia, mixta . Para resolver estas patologías también hay diferentes tratamientos, que incluyen desde un tratamiento conservador con ciertos cambios de hábitos,  ejercicios de suelo pélvico, tratamiento con laser,  tratamiento farmacológico y finalmente la cirugía.